NUNCA SOLO (tomado del
libro Cada día más sabio por el pastor Alejandro Bullón – reproducido con
permiso de la Asociación Publicadora Interamericana) #reflexiones
La salvación es de
Dios; sobre tu pueblo sea tu bendición.
Salmos 3:8.
Deberían ser las dos de la madrugada cuando el guía pasó despertando al
grupo. Era el gran día. Me había preparado durante varias semanas para aquel momento.
Joven todavía, acariciaba en mi corazón el sueño de escalar el monte Sinaí
algún día. Y ahora era el momento de hacer mi sueño una realidad.
La reunión inicial fue al pie del monte Horeb. Había mucho
movimiento aquella madrugada fría de enero. Los beduinos ofrecían el alquiler
de un camello por diez dólares. "¿Para qué?" -pensé- "estoy
preparado para llegar a la cima de la montaña sin ayuda". Pero, la
realidad era otra. Una hora más tarde, dolorosamente,
descubrí mi incapacidad.
Al comienzo todo marchaba bien. Los camellos subían en zigzag, haciendo
el camino más largo; y yo escalaba en línea recta, sacando bastante ventaja al
grupo. Algún tiempo después, comencé a sentir los síntomas del cansancio. Miraba hacia arriba y veía cada vez más lejos la silueta del
monte recortada contra la luna esplendorosa de aquella madrugada. Mientras
tanto, los camellos me iban dejando atrás, uno a uno, transportando al grupo.
Mi situación era deprimente. Con todo, me rehusaba
a pedir ayuda. Casi sin fuerzas, me obstinaba en mi escalada solitaria. ¿Qué
podía hacer? Tenía que llegar a la cima de la montaña, después de todo, yo era
el líder espiritual del grupo. Luché. Me esforcé. Traté de llegar solo, pero no
lo conseguí. Sin fuerzas, exhausto y hasta avergonzado, acepté
humildemente ser cargado por un camello.
Contemplar el amanecer desde el Sinaí fue una de las experiencias más
fascinantes de mi vida. En aquella montaña era donde Dios había escrito los
eternos principios de su Ley. A lo largo de mi vida había tratado, muchas
veces, como en aquella madrugada, de vivir por mí mismo a la altura de esos
elevados principios. Cuanto más lo intentaba, tanto más lejos del ideal me
veía, hasta que un día, derrotado, exhausto e impotente,
entendí que solo podría alcanzar el ideal anhelado con la ayuda del Cristo
maravilloso de todos los tiempos. Necesitaba dejarme llevar por él. Sin él no
hay cristianismo. Sin Él no hay vida, ni justicia, ni santidad.
El esfuerzo humano, la disciplina
propia, el autocontrol, son arena movediza, engañosa y traicionera. Solo
"la salvación es de Dios; sobre tu pueblo sea tu bendición".
Muy queridos mios, Tengo
EXCELENTES noticias: Las Reflexiones EVOLUCIONAN a partir del 28 de Febrero de
2018:
"... Cada viaje
comienza con su preparacion ... pero por las razones que voy a explicar, la
preparacion para estos viajes comenzo varios años antes de que se realizaran
..."
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