GRANDE
ES EL SEÑOR (tomado del libro Cada día más sabio por el pastor Alejandro Bullón
- reproducido con permiso de la Asociación Publicadora Interamericana)
Grande
es el Señor nuestro, y de mucho poder; y Su entendimiento es infinito. Salmos 147:5
Las noches en
Jauja, mi ciudad natal, eran tristes.
Cuando era niño, no quería que llegara la noche. Los ladridos de los perros parecían lamentos
de criaturas en agonía, y despertaron mis primeros temores. Cuando llovía, los truenos retumbaban escandalosamente,
yo imaginaba monstruos heridos por las flechas incendiarias de los relámpagos.
Tardaba en
dormirme. Cuando despertaba, veía el sol
brillando, deslumbrante, calentando la tierra con el aroma de los eucaliptos
mojados.
Tengo nostalgia de
aquellos días, a pesar de sus noches tristes.
Añoranzas de aquella tierra que me vio dar los primeros pasos en este
largo camino que dura ya varias décadas.
“Grande es el Señor” que, temprano en mi vida, me enseñó con las noches
y los días de mi tierra, que no existe oscuridad que dure para siempre.
Hoy nació el sol de
un nuevo año. Olvida la noche del año
que terminó. Si las cosas salieron bien,
o no, diciembre ya se fue. Los ladridos
de los perros, la oscuridad, la tempestad y los truenos, todo forma parte del
pasado. Hay aroma de eucalipto
afuera. El sol brilla, la vida
florece. Enero siempre trae una página
en blanco para escribir una nueva historia.
“Grande es el Señor
nuestro, y de mucho poder”, dice el salmista, ante las turbulencias de la
vida: Perseguido sin culpa, por un rey
que no quería dejar las riendas del poder.
Atacado por el propio hijo, que ambicionaba el trono. Escondido en las cuevas, peregrinando en el
desierto y enfrentando los peligros, nunca desconfió del poder de “su” Dios.
Estás seguro de que
el Dios de David es también tu Dios?
Puedes decir, como el salmista, “nuestro Dios”? Si es así, considera el nuevo año como una
nueva oportunidad. No temas. No retrocedas. Si Dios es “de mucho poder” abrirá en este
año los “Mares Rojos” que surjan ante ti, hará brotar el agua de la roca, y
cerrará la boca de los leones.
Abraza a tus
amados. Perdona. Pide perdón.
Cambia el rumbo de tu propia historia depositando tu confianza en
alguien que no puede equivocarse, porque “grande es el Señor nuestro, y de
mucho poder, y su entendimiento es infinito”.
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