EXTIENDE TU MANO (tomado del libro Cada día más sabio por
el pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación
Publicadora Interamericana)
No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando
tuvieres poder para hacerlo. Proverbios
3:27
La teoría de la
sabiduría es el conocimiento, y la práctica acertada del conocimiento es la
sabiduría. ¿Esto quiere decir que el ser
humano que quiere vivir sabiamente, necesita “entender” que hacer el bien es
parte de su propio bienestar? No! Necesita más.
Entender no es extender la mano.
Entender es solamente la teoría.
Extender es la práctica. La
sabiduría combina la teoría y la práctica de una manera admirable.
Todos los días, en
cualquier esquina, está en nuestra mano hacer el bien. Las oportunidades no faltan. No es necesario salir a buscarlas. Están en nuestro camino, esperándonos con la
mano extendida. No son solamente los que
piden limosna o los chicos de la calle.
Son corazones heridos, vidas destruidas, gente desesperada, esperando
una palabra de consuelo, una sonrisa o apenas un leve toque en el hombro. Es gente hambrienta de amor.
El otro día,
mientras esperaba el ascensor, vi a la mucama del hotel siendo maltratada por
la jefa. Volví a la tarde y me encontré
con la joven agredida en el pasillo.
Estaba triste. Pensé varias veces
antes de hablar. Estaba apurado. Debía bañarme, cambiarme de ropa rápidamente porque
me estaban esperando en la recepción.
Estaba en mí poder hacer el bien, y lo hice. Mirando a sus ojos, le dije: “Usted vale más de lo que piensa y de lo que
los demás piensan. No permita que las
palabras dichas en un momento de ira le quiten la paz de su corazón. Mañana será un nuevo día”.
A la noche, cuando
volví a mi cuarto, encontré una nota que había sido colocada debajo de la
puerta. “Muchas gracias, no sabe cuánto
me ayudaron sus palabras”.
Fue animador para
ella y gratificante para mí. Anima a los
demás, ofréceles más que una simple moneda, dales una porción de tu
corazón. Cuesta poco y hace mucho bien.
Si hoy te toca
pasar por un momento difícil, no tomes eso como argumento para no extender la
mano. Siempre hay alguien más necesitado
que tú. Es una ley de la vida, por
tanto: “No te niegues a hacer el bien a
quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”.