PODER Y FIDELIDAD (tomado
del libro Cada día más sabio por el pastor Alejandro Bullón - reproducido con
permiso de la Asociación Publicadora Interamericana)
Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿quién como Tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te
rodea. Salmos 89:8
¿Para qué sirve el
poder? ¿Qué motivo lleva a las personas
a buscar el poder? ¿Por qué hay personas
que llegan hasta el asesinato para conseguir el poder? ¿Qué fascinación tiene?
En el salmo de hoy,
el salmista destaca dos aspectos del carácter de Dios. Su poder y Su fidelidad. La fidelidad de Dios es mencionada siete
veces a lo largo de este salmo de 52 versículos. La fidelidad es una de las características de
Dios.
Fidelidad, en
hebreo emunah, tiene que ver con el cumplimiento fiel de las promesas
divinas. Algunos eruditos traducen
emunah como verdad. En Dios no hay
mentira. El es fiel y verdadero. Tú puedes confiar. Lo que Dios dijo se cumplirá. Ayer, hoy y mañana.
¿Para qué sirve el
poder? En Dios el poder sirve para
cumplir Sus promesas. A pesar de todo, y
en contra de todo. El salmista
señala: “En los cielos mismos afirmarás
tu verdad”. ¿De qué forma? Observa la noche oscura. Hay tinieblas por todos lados, hay frío, hay
muerte. Las tinieblas son símbolo de la
ausencia de vida, de peligro, de amenaza.
Por eso, la mayoría de las criaturas se refugia a la noche, esperando
que el sol del nuevo día traiga vida.
Observa una vez más
el cielo. El salmista dice que Dios
confirmará Su fidelidad en el cielo.
Entonces, contempla el cielo.
Cuando el dolor toca a la puerta de tu corazón, cuando las tinieblas de
las dificultades parecen envolverte completamente. Cuando experimentas angustia y miedo, observa
el cielo. En medio de la oscuridad de la
noche continúa observando.
De repente, allá a
lo lejos, donde el cielo parece juntarse con la tierra, rompe el día, nace el
sol y las tinieblas desaparecen. Existe
un momento de lucha. Da la impresión de
que las tinieblas no quieren partir en retirada, pero es inútil, el astro
reaparece en su esplendor, anunciando victorioso que es hora de despertarse, de
levantarse y de volver a vivir.
Por eso, enjuga esa
lágrima de dolor y observa el cielo. En
él está escrita la fidelidad de las promesas divinas. No salgas de casa sin decir: “Oh, Jehová, Dios de los ejércitos, ¿quién
como Tú? Poderoso eres, oh Jehová, y Tu
fidelidad te rodea”.
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