SUPLICO TU PRESENCIA (tomado del libro Cada día más sabio
por el pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación
Publicadora Interamericana)
Tu presencia supliqué de todo corazón; ten misericordia
de mí según Tu palabra. Salmos 119:58
El infarto fue casi
fatal. El 25 de febrero de 1960, el
corazón de Terri Schiavo dejó de latir apenas por unos instantes, lo suficiente
para que la sangre dejara de irrigar el cerebro. La consecuencia fue un terrible daño
cerebral. En aquel entonces, Terri tenía
solo 26 años. El día que escribí esta
meditación falleció después de 15 años de sobrevivencia en estado
vegetativo. Su caso dio la vuelta al
mundo debido a una guerra judicial entre el esposo y los padres de Terri.
Un instante. Fue apenas un instante que la sangre dejó de
irrigar el cerebro. Cuando la
oxigenación del cerebro se regularizó, ya era tarde. A partir de aquel instante, la vida de Terri
cargó con consecuencias funestas. Era
una vida “sin vida”, que dio origen a una polémica sobre si valía o no valía la
pena dejar que un ser humano “viviese” en ese estado.
Así como el cerebro
necesita oxígeno, el ser humano necesita a Jesús. Por eso el salmista exclama: “Tu presencia [gracia] supliqué de todo
corazón”. Vivimos por la gracia. Existimos por la gracia y somos salvos
únicamente por la gracia.
Si la vida es un
don de Dios, como en verdad lo es, nada hicimos para merecerla. Un don es un regalo. Tú no pagas por un regalo. Solamente necesitas aceptarlo.
¿Cómo reaccionas
ante un regalo? Generalmente, el valor
de un regalo para ti va a depender del sentimiento que tienes hacia la persona
que te ofrece el presente. ¿Cuál es el
tipo de relación que tienes con Dios?
Eso es lo que va a determinar tu forma de administrar Su regalo.
La vida es
frágil. Hoy es, y mañana puede no ser
más. Lo único que sostiene la vida es la
gracia maravillosa de Dios. Separados de
Dios ya no vivimos, apenas sobrevivimos, a veces en estado “vegetativo”,
esperando que llegue el día en que el corazón deje de latir.
Haz de este día un
día de comunión con el Señor de la Vida.
No necesitas dejar de lado tus actividades cotidianas. Enfrenta los desafíos que se presentan hoy
ante ti con la certeza de que no estás sólo.
Dios es tu constante fuerza. El
está a tu lado, a pesar de que las circunstancias adversas te hayan envuelto
como densas sombras y no te dejen ver nada.
Clama: “Tu presencia [gracia]
supliqué de todo corazón; ten misericordia de mí según Tu palabra”.
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