LA LOCURA DEL PECADO (tomado del libro Cada día más sabio
por el pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación
Publicadora Interamericana)
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los
que me aborrecen aman la muerte. Proverbios 8:36.
La palabra “pecado”
suena agresiva a los oídos del hombre moderno. Prefiere utilizar “debilidad”,
“error”, “falta de cortesía”, o “desvío”. Pero Dios llama al pecado, pecado. No
hay alternativa. El versículo de hoy nos enseña que aunque el pecado es una
actitud contra Dios, la realidad es que la mayor víctima es el mismo pecador,
porque “defrauda su alma”, la violenta, afirma Salomón.
Es impresionante la
miopía espiritual del ser humano. Peca porque quiere ser feliz y, sin embargo,
no da en el blanco y acaba siendo desdichado. Busca el placer y encuentra el
dolor, procura la realización, pero “defrauda su alma”. Corre detrás de los
espejismos y acaba perdido en el desierto de esta vida. No encuentra paz,
sufre, se tortura y envejece sin encontrar lo que busca. Según el texto de hoy,
quien destruye el alma del pecador no es el diablo, sino él mismo, porque nada
sucede sin el consentimiento humano. El enemigo puede usar los argumentos más
fascinantes, prometerle lo que quiera, pero no puede obligarlo a pecar. Si el
hombre peca, es porque acepta hacerlo. En algún momento del proceso de la
tentación, decide entregar su voluntad y ponerla bajo el control del enemigo.
La única seguridad
para el ser humano es entregar la voluntad a Jesús, buscarlo todos los días y
depender constantemente de Él. Quien no lo hace, “ama la muerte”, dice Salomón.
Este amar la muerte no es de hecho. Nadie ama la muerte de hecho, sino de
efecto. Porque el resultado de vivir sin Cristo y de andar por el camino
equivocado, es la muerte eterna.
Tú necesitas ser
feliz. La única manera de ser feliz es hacer felices a las personas que amas,
creando un clima de comprensión, perdón y aceptación que solo las personas que
tienen paz pueden crear.
Acude hoy, de
nuevo, a Jesús y pídele que te dé sabiduría para decidir, para salir y para
entrar. Asegúrate de que tu vida sea el desarrollo de la voluntad divina.
Sométete a Jesús y recuerda lo que Él dijo: “Mas el que peca contra mí,
defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte”.