LA MISERICORDIA DE
DIOS (tomado del libro Memorias de un Viajero Virtual http://www.auroratech.com.co/memorias/ por Carlos
Agudelo, PhD. Director - #AuroraTech. email: director@auroratech.com.co )
Lo más
apropiado es que alguien que ha recibido tanto de la misericordia de Dios,
hable de ella. Varios milagros han pasado en mi vida: El 28 de
febrero del 2008 me ocurrió un milagro, sufrí un derrame cerebral, me dió
hidrocefalia, me insertaron la válvula de Hakim en la cabeza, me dió neumonía,
me dió de todo, duré 40 días en cuidados intensivos, en coma, dos meses en la
clínica, pero Dios todopoderoso me salvó la vida. Se estarán preguntando
porque llamo a este hecho tan delicado un milagro? YO VI A JESÚS, CUANDO
ESTABA EN COMA, EN LA CLINICA, PARA MI EL MEJOR DIA DE MI VIDA ES EN EL QUE ME
DIÓ EL DERRAME CEREBRAL, PORQUE ME PERMITIÓ VER PARTE DE LA GLORIA DE DIOS, HA
SIDO EL MEJOR DÍA DE MI VIDA.
El 19 de
febrero, luego del trabajo tenía cita en las terapias que estaba haciendo, y
cobré un inusitado valor en el camino a las mismas, no por lo que yo estaba haciendo,
ya que yo soy un pecador arrepentido que clama que hay que buscar el reino de
Dios y Su justicia. Estaba a punto de presentarme al examen de la gracia, pero
no lo iba a hacer como Carlos sino con las credenciales de Jesús que se
encuentra en mí. Ese día oré antes de las terapias con el doctor que me
hacía las terapias, como acostumbraba normalmente, pero ese día no oré como
normalmente lo hacía, diciéndole a Dios que El es el experto en los imposibles,
ese día y los siguientes oré para que Su propósito se cumpliera en mi vida,
cualquiera que fuera este. Ese día durante las terapias sentí que estaba
ocurriendo algo majestuoso, se estaba cumpliendo la voluntad de Dios en mi
vida, cualquiera que fuera esta. Al final de las terapias me encontré
feliz y gozoso, porque sentía que había pasado el examen de la gracia, y la
voluntad de Dios, cualquiera que fuera esta, estaba obrando en mí. Había
llegado la sanidad espiritual. En esos días recuerdo muy bien que
pensaba: “No importa si la sanidad física no llega, la sanidad
espiritual, que es la más importante, ya llegó”, y le daba gracias a Dios por
ella. Aún cuando lo imposible no había ocurrido tomé la decisión de
terminar las terapias que estaba tomando el día 26 de febrero del 2010, dos
días antes de mi segundo cumpleaños, y la equino terapia el día 27 de febrero
del 2010, un día antes de mi segundo cumpleaños. Ya era hora de que mi
vida empezara a tomar un cauce lo más adecuado posible, aunque mi vida nunca
podrá ser normal después del gran milagro que me ocurrió, pero debo hacerla lo
más adecuada posible. Reanudé mis viajes para cumplir con mis compromisos
laborales, pero a donde quiera que Dios me quiera llevar, llevaré las buenas
nuevas del evangelio conmigo, ya que hay mucha necesidad de Dios en este
mundo. En el salmo 126:6 dice: “Irá andando y llorando el que lleva
la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus
gavillas.” No me puedo cansar de sembrar, de dar instrucción con la
palabra de Dios, a veces parecerá que voy en sentido contrario a lo que el
mundo enseña, a veces parecerá infructuosa mi labor, pero tal vez otros
cosechen lo que yo siembre, no me puedo cansar de sembrar, y Dios se encargará
de regar y dar el fruto.
Acepté mi
discapacidad o cualquiera que fuera el propósito de Dios para mi vida, que
tenía fé que ya estaba obrando en mí. El miércoles 24 de febrero el mareo
se intensificó luego de la terapia que tomé (mi penúltima terapia), y tomé un
taxi para ir hasta mi hogar. Esos días anteriores había tomado bus para
ir hasta mi hogar, pero ese día el mareo era tan intenso que no hubiera sido
capaz. Esa noche había reunión en la iglesia cristiana donde me congrego
con mi ex esposa, Esa noche el pastor de la iglesia citó la escritura de
Mateo 13:18-23 “Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando
alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo
que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al
camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es
de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la
palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el
que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas
ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en
buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a
ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Citó igualmente la escritura de
Lucas 8:15-16 “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con
corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia. Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la
pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que
entran vean la luz.” Si queremos que Dios nos dé lo mejor nosotros
también debemos dar lo mejor, debemos dar al ciento por uno. Entendí que
Dios ya había firmado el edicto de mi sanidad perfecta, y que debía recibirla
por fe. Sé que parece una locura, la sanidad física no había llegado aún,
pero debía tener fe en la sanidad perfecta que el Padre me estaba dando.
La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos
11:1). Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Fe es lo
que necesitamos para abordar cada día. Dios nos lleva de victoria en
victoria, y de triunfo en triunfo. Si quiero que Uds. tengan fe, debo
tener fe yo primero. Recuerdo que la mañana del 25 de febrero me
arrodillé en privado y le di gracias a Dios por la sanidad perfecta que me
estaba dando. En Proverbios 4:13 dice: ”Retén el consejo, no lo
dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.” Debemos guardar la palabra de
Dios, la instrucción que El nos da, Sus consejos divinos. Esa mañana
tenía cita con mi neurólogo, y le pedí que me quitara la medicación. Le
expliqué que el 28 de febrero estaba cumpliendo dos años del derrame cerebral,
y que ya era hora de reanudar mis viajes, no le dije que ya me encontraba en
sanidad perfecta, él que es un hombre de ciencia no hubiera entendido una
afirmación de fe de semejante calibre. Me preguntó qué opinaba mi
fisiatra de que diera por terminada mi recuperación, a lo que le contesté que
hacía dos días había tenido cita con él y había aplaudido mi decisión de
terminar mi recuperación. Mi neurólogo me quitó la medicación (desde
hacía varios meses me la venía reduciendo cada vez más debido a los signos de
mejoría que demostraba). Esa noche tuve mi última sesión en el gimnasio,
me gocé mi última estadía en el gimnasio, y me despedí de los dueños del mismo,
quienes hicieron parte activa de mi recuperación, y se portaron conmigo de
manera inmejorable.
Al día
siguiente (26 de febrero del 2010) oré antes de iniciar la última terapia junto
con el doctor que me acompañaba durante las mismas. Oré dándole gracias a
Dios por la sanidad perfecta que me había dado, por las terapias que me había
permitido realizar, y pidiéndole bendijera a los médicos, fisioterapeutas, enfermeras
y demás seres muy queridos que me acompañaron durante todo el proceso de
recuperación. Creo que el doctor que me acompañaba debió pensar:
“Carlos debe estar loco, sanidad perfecta? Pero si yo lo veo con las
mismas discapacidades de antes!”. Ese día igualmente el mareo que me
sobrevino luego de la terapia fue tan intenso que tuve que tomar un taxi hasta
mi hogar. Esa noche comí y me acosté temprano ya que me sentía con un
fuerte mareo. Esa noche soñé. Soñé que recuperaba la sensibilidad
en mi lado derecho. Al día siguiente, 27 de febrero del 2010, al
despertarme cojeaba menos, y Dios me enseñó que los sueños se deben hacer
realidad (cuando son sueños de bendición y milagros para nosotros mismos y los
demás). Dios me enseñó que yo escojo, entre creerle a El y a Sus promesas
ó no, yo escojo creerle a El y Sus promesas, entre ser sano ó discapacitado, yo
escojo ser sano, entre hacer realidad los sueños ó no, yo escojo hacer realidad
los sueños. Los sueños se deben hacer realidad construyendo una escalera
que día tras día nos acerque más a nuestros sueños, no es con un toque mágico
de Dios que se soluciona todo (aunque El podría hacerlo). La felicidad no
se alcanza al llegar a la meta, sino en el camino de conquista del sueño, al
final del cual hay otro sueño que alcanzar. Estas son cosas muy
importantes que he aprendido y debo compartirlas con Uds. Ahora sé que lo
imposible no era sentir mi lado derecho, eso ya lo puedo hacer hace rato.
Lo imposible era hacerme salir del caparazón de discapacidad donde yo mismo me
había encerrado. La mayor discapacidad es la interior como dijo Nick.
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Carlos Agudelo, PhD
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