EL SECRETO (tomado del libro Cada día más sabio por el
pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación Publicadora
Interamericana)
Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis
puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Proverbios 8:34.
El versículo de hoy
sugiere muchos cuadros alegóricos.
Podemos imaginar un grupo de estudiantes que están a la puerta del
colegio, bien temprano, esperando a que las puertas todavía cerradas se abran y
llegue el profesor.
Podemos imaginar
también a un comerciante que abre su tienda el primer día y queda en la puerta,
ansioso, esperando la llegada del primer cliente. O podemos también pensar en
el cuadro de una novia ansiosa, esperando la llegada del novio que viene a
visitarla. La verdad es que lo que el
escritor bíblico quiere destacar es la necesidad de buscar la sabiduría divina.
Ese es el secreto para saber vivir. Nadie tiene posibilidades de vencer sin
sabiduría.
“Bienaventurado el
hombre que me escucha”, afirma Dios. Es una pena que el ser humano está
dispuesto a oír a todos, menos a Dios. Conozco personas que solo pusieron su
mirada en dirección a Dios cuando todos los caminos humanos fallaron.
Es impresionante la
cantidad de libros de autoayuda que inundan las librerías. Son libros que
hablan de soluciones humanas para las necesidades humanas. Pero Dios reafirma:
“Bienaventurado el hombre que me escucha”. ¿Cómo se hace eso? “Aguardando a los
postes de mis puertas”, aguardando en el umbral de mi puerta. Buscándolo
permanentemente.
No hay mejor manera
de comenzar el día que dedicando un momento para estar con Dios, orando,
estudiando Su Palabra y meditando. En esas horas a solas con Dios es donde el
ser humano sale fortalecido para enfrentar los desafíos de la vida. En esas horas
es cuando el dolor disminuye, y las heridas dejan de sangrar, y es en esas
horas cuando la penumbra desaparece y la luz de la sabiduría divina llega
trayendo el consejo oportuno con relación a las decisiones trascendentales que
tenemos que tomar.
Espera al Señor
Jesús como el alumno espera al profesor, o como la novia espera al novio. En las primeras horas de la mañana quédate
ahí esperando, ansioso, y verás que Jesús toca a la puerta de tu corazón
pidiéndote permiso para entrar y tomar el control de tu vida.
Hoy puede ser el
gran día del cambio en tu vida. No olvides las palabras de Dios:
“Bienaventurado el hombre que me oye, y vela a mis puertas día tras día,
aguardando en el umbral de mi entrada”.
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