¡PRUEBAS! ¡PRUEBAS! (tomado del libro Cada día más sabio
por el pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación
Publicadora Interamericana)
El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero
Jehová prueba los corazones. Proverbios 17:3.
“Elenita descansó”.
La voz llena de pesar de mi esposa anunció la noticia. Yo conocía a Elenita.
Una de las últimas veces que me había acompañado en público fue en el estadio
Beira Río, en Porto Alegre, donde cantó para más de 40 mil personas. Cantaba
con el corazón y con la vida, más que con la voz, aunque tenía una voz muy
bonita.
Conversé con ella
la primera vez cuando acababa de perder a su esposo en un trágico accidente, en
el mar. Toda la familia estaba gozando de un día de playa, cuando el esposo
cayó en una roca, llevado por una tremenda ola y nadie pudo hacer nada para
salvarlo.
Tenían tres
hermosos hijos. Elenita depositó toda su confianza en Dios y encaró el desafío
de ser padre y madre para sus hijitos. Poco tiempo después fue sorprendida por
otra noticia triste. Los médicos le diagnosticaron cáncer.
“Solo quiero ver a
mis hijos crecer”, me dijo un día, detrás del palco, mientras nos preparábamos
para presentar el mensaje de Dios a una multitud reunida en el Palacio de
Cristal, en Curitiba.
Tres veces estuvo
al borde de la muerte en los largos años que luchó heroicamente contra la
adversidad. Madre extraordinaria, mujer de Dios, aguerrida, valerosa, nunca
dejó que el desánimo tomara el control de su corazón, siempre tenía una palabra
de ánimo para todas las personas. Cantó en medio del dolor físico. La última
vez que me acompañó, la vi sentada, cansada, pero dispuesta a entrar en el
palco. Las últimas palabras que me dijo aquel día me emocionaron: “Fue en el
dolor de las pruebas donde el Señor me hizo crecer”.
Hoy llegó el fin de
la prueba. Descansó en Jesús. Cerró los ojos en la bendita esperanza de ver a
Jesús volviendo y de cantar en aquel día un cántico nuevo.
Este es el mensaje
de hoy. El crisol prueba la plata y el fuego el oro, pero las pruebas de la
vida llegan para acrisolar el carácter. Nadie que conoció a Elenita de cerca le
oyó jamás decir una palabra de queja. Vivió agradecida a Dios en medio del
dolor. Luchó, esperó y dedicó su voz a cantar loores a Jesús hasta el último
momento de su vida.
Sal hoy
de tu casa inspirado en el testimonio de esta mujer, y recuerda: “el crisol
para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones”.
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