¿CIELOS O TIERRA? (tomado del libro Cada día más sabio
por el pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación
Publicadora Interamericana)
Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra
a los hijos de los hombres. Salmos 115:16
En 1923, un grupo
de renombrados y valientes hombres de negocios de los Estados Unidos, se
reunieron en el hotel Edgewater Beach, de Chicago. Aquel grupo era casi un mito. Juntos, aquellos hombres tenían más dinero
que todo el tesoro americano. Los diarios
y las revistas contaban sus fabulosas historias. Todos los veían como símbolo del éxito.
Veinte años
después, la historia era completamente diferente. Jesse Livermore, el mago de Wall Street; León
Fraser, presidente del Banco Internacional Settlement; e Iván Kruegar, el
hombre principal del mayor monopolio financiero, se habían suicidado. Charles Schwab, presidente de la mayor
compañía independiente de acero, murió en la mayor miseria; y Richard Whitney,
el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, estaba en prisión.
El salmista afirma
en el versículo de hoy, que Dios le dio la tierra a los hijos de los
hombres. La tragedia de la criatura es
pensar que, porque Dios le confió la tierra, la tierra es suya. Borra a Dios de su vida, se transforma en su
propio dios, trabaja, lucha, conquista, y, aparentemente, vence, o por lo menos
llama “victoria” a la acumulación de dinero, fama, poder y cultura, pero ignora
que todo sucede porque Dios lo permite.
Después de todo, fue Él quien le dio la tierra a los hijos de los
hombres.
Pero, “los cielos
son de Jehová”, y desde allí Él controla el destino de las naciones y de las
personas. Felices son los que tienen
conciencia de esta verdad y entienden que, por encima de la tierra, están los
cielos. Tú puedes decir: Haré esto hoy, y mañana aquello, pero si Dios
no lo permite nada sucederá.
La fortuna pasa,
como pasó el poder, la fama y el dinero de aquellos hombres poderosos. La tierra se desgasta, envejece y muere, pero
los cielos son eternos. Ay de aquel que
construye sus sueños y realizaciones basándose solamente en valores terrenales!
Dedica hoy unos momentos
para mirar en dirección a los cielos.
Observa la inmensidad del infinito y verás que tus conquistas y logros son
insignificantes. ¿Por qué vanagloriarse
de esto?
Al salir hoy para
cumplir tus responsabilidades, o si te quedas en casa, piensa que: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha
dado la tierra a los hijos de los hombres”.
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