SÉ HUMILDE (tomado del libro Cada día más sabio por el
pastor Alejandro Bullón - reproducido con permiso de la Asociación Publicadora
Interamericana)
Abominación es a Jehová todo altivo corazón; ciertamente
no quedará impune. Proverbios 16:5.
La expresión que el
autor de los Proverbios usa hoy para referirse al arrogante de corazón, es muy
dura: “Abominable”. Esta palabra, en hebreo to´ebah, significa
“repugnante”, “detestable”, “peligroso”, “siniestro”.
Cuando ves a una
persona orgullosa, es todo eso. Además
de detestable es peligrosa y siniestra.
Piensa en Hitler, por ejemplo. Se
sentía Dios, mandó matar a miles de personas en su loco deseo de establecer una
raza superior. Piensa en Frederik
Nietzsche que desafió al mismo Dios. Los
que convivían con él no soportaban su temperamento.
Ya pasaron muchos
años desde la muerte de ambos. ¿Cuál fue
la historia que escribieron? De muerte y
locura. “Ciertamente no quedará impune”,
dice el proverbio de hoy, hablando del triste fin que espera a todos los de
corazón arrogante.
La arrogancia es el
camino directo a la desdicha. El
arrogante pierde la noción de quién es.
En su delirio de parecer grande, no percibe la imagen ridícula y
grotesca que proyecta. Olvida que quien
quiere ser un hombre grande, tiene que ser pequeño un día, para poder crecer.
En el concepto
propio, él nace grande, es grande, es mucho mayor que cualquier otro simple
mortal. Pero, irónicamente, la gente no
lo ve así, y no lo trata como le gustaría que lo trataran, por más que él exige,
reclama y, si tiene poder, hasta obliga.
Esa percepción de
“no-aceptación”, mina dolorosamente su mundo interior. En la cámara secreta de su alma vaga de un
lado a otro, obcecado por la posición y abrumado por el vacío. El resultado casi siempre es la locura, la
prepotencia, el autoritarismo, el radicalismo que él pretende llamar liderazgo.
¿Hay algún remedio
para el corazón orgulloso? Sí, hay
remedio para todas las enfermedades del alma:
Jesús. Un día, el Maestro recibió
al orgulloso Pedro, hombre rudo, áspero y lleno de complejos, queriendo siempre
llamar la atención. “Todos estos te
negarán, pero yo nunca”, dijo con soberbia un día, prometiendo ser fiel a
Jesús. * Falló. Tú conoces la historia. Fracasó, pero el amor de Jesús lo transformó
e hizo de él un hombre humilde, capaz de ofrecer su vida por el Maestro.
Busca hoy a Jesús,
déjate moldear por Él, porque “abominación es a Jehová todo altivo de corazón;
ciertamente no quedará impune”.
*C.f. Mateo
26:33-35.
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