viernes, 11 de mayo de 2018

Reflexion 2018-05-11 DEBEMOS TENER UNA MENTALIDAD POSITIVA

DEBEMOS TENER UNA MENTALIDAD POSITIVA (tomado del libro Memorias de un Viajero Virtual http://www.auroratech.com.co/memorias/  por Carlos Agudelo, PhD. Director  - AuroraTech. email: director@auroratech.com.co )

Somos y vivimos aquello que tenemos en nuestra mente, por eso debemos construir pensamientos positivos. DIOS HA DEJADO PARTE DE SU VOLUNTAD EN NOSOTROS (Génesis 1:28, Lucas 16:1-13), SI NOS LLENAMOS DE COSAS POSITIVAS Y BUENOS DESEOS, SALUD Y BENDICIONES, ESTOS NOS SOBREVENDRAN. Siempre lo estamos culpando de todo lo que nos ocurre, que si llovió, que si no llovió, que si hizo sol, que si no hizo sol. Buscamos las razones de lo que nos ocurre afuera, y en la mayoría de los casos somos nosotros mismos los responsables de lo que nos ocurre.
Aquello que deseamos, no lo debemos anhelar, debemos decidirnos por ello (Proverbios 18:21; Proverbios 23:7). Los pensamientos declaran hacia donde vamos. Nuestra vida siempre seguirá nuestros pensamientos (Marcos 12:30). Necesitamos cambiar nuestra mente (Efesios 4:23-24). Dios no es una religiosidad sino algo maravilloso (2 Corintios 10:5; Romanos 6:12-14; Isaias 40:31).
Hay que ejercitarse en la posesión de lo que Dios nos da.  Dios nos legó la vida, y la vida es amor, Dios es amor, derramó de Su Espíritu en nuestros corazones para que no seamos avergonzados sino para que seamos desarrollados y ejercitados.  En Hebreos 5:14 dice: “pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” Este ejercicio parte del pensamiento, cuál es mi pensamiento en mi corazón así soy, como yo pienso así me siento, mis pensamientos generan emociones, todo mi ser, mi cuerpo físico se somete a lo que yo pienso.  Siento y actúo conforme a mi pensamiento, porque él domina mi voluntad, domina todas mis neuronas, todas mis células.  El es el que nos dinamiza, nos impulsa. Dios es Espíritu, y el pensamiento es el espíritu del cuerpo, entonces tal como yo piense así soy, así me siento. Y lo que yo piense de otras personas se relaciona íntimamente con lo que soy, yo no puedo pensar diferente de los demás si yo no lo tengo dentro. Por eso el Señor nos dice “no juzguen” (Lucas 6:36-38) para que no seamos juzgados, porque con el juicio con el que juzguemos seremos a su vez juzgados nosotros. Cómo soy y que tengo dentro, así doy a mis semejantes, si el Espíritu de Dios es el que señorea en mi vida, yo veo a mis semejantes como los ve Dios, pero si no es el Espíritu de Dios el que señorea en mi vida, yo veo a mis semejantes de acuerdo a sus actitudes.  Se vive en el Espíritu ó en la carne.  El que vive en la carne vive en su realidad presente, el que vive en el Espíritu vive en la verdad de Dios, sin importar la realidad.  Porque una es la verdad de Dios y otra es la realidad del hombre. Posicionalmente somos hijos de Dios, y herederos de las promesas, pero realmente ¿qué estamos viviendo? ¿Nos estamos apropiando de las promesas de Dios? ¿Y las estamos aplicando a nuestra realidad? ¿Ó estamos viviendo nuestra realidad conforme a las circunstancias? El salmo 103 dice “Bendice alma mía a Dios y no olvides ninguno de sus beneficios”, y luego le recuerda qué ha hecho Dios en él: Él es el que perdona todas tus iniquidades, Él es el que sana todas tus dolencias, Él es el que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y de misericordias.  Tenemos que ordenarle a nuestras almas:  Sométete a Dios, perdona, ama, entrégate al Espíritu.  Amor, gozo y paz deben ser la constante del hombre consigo mismo, y la constante con los demás debe ser paciencia, bondad y benignidad, y hacia Dios fe, mansedumbre y dominio propio. Los nueve elementos que forman el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Y el cumplimiento de la ley es el amor. En el amor se cumplen la ley y los profetas, en el amor está la vida, en el amor está la salud, en el amor está la paz, en el amor está el perdón, en el amor está la provisión de Dios. Jesús dijo: “En esto conocerán que son mis discípulos, que os améis unos a otros” (Juan 13:34-35).  El amor de Dios se muestra en que amo, el corazón de cada uno de nosotros debe estar libre de cualquier mala actitud, de las actitudes de la carne, que las actitudes que hay en nuestros corazones sean conforme a Dios, conforme a lo divino, no a lo humano. Ahí es donde está el libre albedrío del hombre, en que voluntariamente muere a lo humano para darle campo a lo divino, de esa manera Cristo crece en nosotros (Gálatas 4:19), nuestro carácter tiene que ser como el de Cristo,  El reflejo de la imagen de Cristo tiene que llevarnos al diseño original con el que fuimos creados (2 Corintios 3:18), Él es nuestro diseño (Efesios 2:10). Cada día debemos morir a nosotros mismos para que Cristo sea formado en nosotros.  El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad, nuestra debilidad es la naturaleza humana, nosotros nos convertimos en una fortaleza de Dios, un templo del Espíritu de Dios, donde El señorea, donde El gobierna, donde El dirige. 
 
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